Época: Alfonso XIII
Inicio: Año 1902
Fin: Año 1907

Antecedente:
España a comienzos del reinado

(C) Genoveva García Queipo de Llano



Comentario

Si es preciso vincular el regeneracionismo y los movimientos regionalistas se tiene que hablar también de un cierto regeneracionismo republicano, puesto que aunque este movimiento político existiera desde los comienzos de la Restauración, para él tuvo el desastre del 98 un efecto galvanizador muy importante aunque tan sólo temporal. Aunque el regeneracionismo ambiental supuso la incorporación al republicanismo de los intelectuales, entre ellos Joaquín Costa y Benito Pérez Galdós, a principios del siglo XX, las esperanzas de que España se convirtiera en República con el paso del tiempo y, sobre todo, a partir de la Primera Guerra Mundial, más bien tendieron a disminuir que a acrecentarse. El republicanismo, en efecto, fue perdiendo el apoyo de buena parte de las clases populares al mismo tiempo, mientras que el sistema político de la Restauración, bastante más sólido de lo que podía parecer en su apariencia externa, mantenía su capacidad de atracción sobre los líderes de la causa republicana.
A comienzos de siglo el republicanismo conservaba todavía el apoyo de la mayor parte de las clases populares urbanas e incluso de los sindicatos. Sin embargo, estaba dividido en varias tendencias ideológicas y afectado también por importantes divergencias estratégicas. Pero la conciencia de crisis finisecular tuvo como consecuencia una colaboración política que permitió considerables éxitos electorales en el comienzo del nuevo siglo, en especial en 1903.

Pasado este momento de euforia el republicanismo mantuvo una considerable influencia en los medios intelectuales y representó un papel reformista en lo social y liberal en lo político oponiéndose, por ejemplo, a la intervención de los militares en la vida política a través de la Ley de Jurisdicciones. Sin embargo, la aparición de los movimientos regionalistas tuvo para él un efecto negativo al enfrentarle con un nuevo problema respecto al cual se reprodujeron las divisiones anteriores. Los federalistas siguieron la senda del nacionalismo periférico mientras que, en cambio, otros republicanos fueron incluso demagógicamente españolistas.

La fórmula más original del republicanismo fue la representada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux, al que se puede considerar, además, como un ejemplo singular de lo que es el republicanismo de comienzos de siglo. Bohemio y demagogo e incluso acusado con fundamento de inmoralidad administrativa, Lerroux se convirtió sin embargo en movilizador de las clases populares barcelonesas entre las que tuvo un prestigio indudable, el mismo que entre las valencianas tenía el escritor Vicente Blasco Ibáñez, líder de un movimiento político muy semejante. La plebe urbana de las grandes ciudades y una parte de la burguesía anticlerical alimentaron el republicanismo, que consiguió estructurarse para la política en organizaciones relativamente modernas.

En muchos sentidos antitética fue la posición representada por el Partido Reformista, nacido en 1912 y que tuvo entre sus filas a algunos de los más conocidos intelectuales españoles de la nueva generación, como Ortega y Gasset y Azaña. Su programa insistía sobre todo en los contenidos y no en el cambio de régimen; su semejanza mayor la encontramos en los programas del liberalismo radical de la Gran Bretaña de su tiempo. En realidad, en materia de régimen el reformismo lo que hizo fue reproducir el posibilismo que caracterizó a Castelar hasta el momento de su muerte. Sin embargo, el principal inspirador del reformismo fue evolucionando con el transcurso del tiempo hasta convertirse en algo parecido a un apéndice más del partido liberal, con una zona de influencia clientelar localizada en Asturias.

Aunque el republicanismo dio la sensación a principios de siglo de poner en grave peligro a las instituciones políticas monárquicas, la verdad es que con el transcurso del tiempo, a lo largo de todo el reinado de Alfonso XIII, fue disminuyendo su peligrosidad respecto a las instituciones. Las únicas posibilidades de los republicanos estaban en los errores de la monarquía. En este sentido su evolución fue muy distinta de los partidos nacionalistas cuyo impacto fue creciendo a medida que avanzamos en el siglo.